A tu lado, albóndiga, tu fiel compañero canino, espera tumbado sobre las baldosas de la terraza, rascándose con vehemencia las pulgas que acometen contra su piel.
La vieja de la perra negra, por ejemplo, que vive en el pasillo de al lado, sigue diciendo que yo esto y yo aquello, que yo maté a su mascota porque ladraba mucho, que le di albóndigas con vidrio molido.