Si bien podemos celebrar legítimamente la solución de ciertos conflictos, cabe señalar que, lamentablemente, ciertas situaciones aún distan mucho de solucionarse.
Tristemente, los desfavorecidos en los países pobres no tienen esperanzas de ver ningún rayo de esperanza brillar en su existencia permanentemente sombría.
Es terrible y profundamente triste que miembros del personal y de las fuerzas de paz de las Naciones Unidas continúen cometiendo esos actos deplorables.
Resulta trágico que casi todos los países en que el paludismo es endémico se encuentren también atrapados en un círculo vicioso de enfermedades y pobreza.
Los recientes acontecimientos ocurridos en el Reino Unido, Turquía y en todo el Oriente Medio nos recuerdan trágicamente los retos a la seguridad que encaramos en todo el mundo.
El Paraguay tiene la tragedia de la mediterraneidad, lo cual constituye un obstáculo considerable para nuestras ambiciones de construir una economía basada en la producción y en el comercio internacional.
La gran frecuencia con que se llevan a cabo los ataques de piratería y otros actos de terrorismo contra barcos de carga y de pasajeros es testimonio de ese triste hecho.