De los miles de constructores registrados durante la dinastía Qin, muchos campesinos fueron reclutados por la fuerza, y otros eran criminales que cumplían sentencias.
Remató sus gallos al mejor postor, reclutó hombres y compró herramientas, y se empeñó en la descomunal empresa de romper piedras, excavar canales, despejar escollos y hasta emparejar cataratas.
Aunque a Borges no le interesaba escribir libros largos, era un ávido lector, reclutaba a amigos para leerle después de que él se quedó ciego en la mediana edad.
De hecho, más de dos tercios de los miembros del culto son reclutados por amigos, familiares o colegas del trabajo, cuyas invitaciones son difíciles de rechazar.