Artesanos, pequeños comerciantes, empleados y jornaleros recién llegados a la capital llenaban las casas de alquiler y dotaban a mi barrio de su alma de pueblo.
Si la balsa hubiera sido una balsa dotada con agua, galletas empacadas a presión, brújula e instrumentos de pesca, seguramente estaría tan vivo como lo estoy ahora.
Esa gente llevaba una vida sencilla y laboriosa, dotada de todos los elementos de la virtud y la felicidad, tal y como estas cosas pueden ser entendidas por los hombres.